La gitanilla 02_Miguel de Cervantes Saavedra(塞万提斯《吉普赛姑娘》 02)

La gitanilla 02_Miguel de Cervantes Saavedra(塞万提斯《吉普赛姑娘》 02)

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(Sección 2)

 

Acabaron el bailey el canto, y mudaron lugar; y en esto llegó un paje muy bien aderezado aPreciosa, y, dándole un papel doblado, le dijo:

­Preciosica,canta el romance que aquí va, porque es muy bueno, y yo te daré otros de cuandoen cuando, con que cobres fama de la mejor romancera del mundo.

­Esoaprenderé yo de muy buena gana ­respondió Preciosa­; y mire, señor, que no medeje de dar los romances que dice, con tal condición que sean honestos; y siquisiere que se los pague, concertémonos por docenas, y docena cantada y docenapagada; porque pensar que le tengo de pagar adelantado es pensar lo imposible.

­Parapapel, siquiera, que me dé la señora Preciosica ­dijo el paje­, estarécontento; y más, que el romance que no saliere bueno y honesto, no ha de entraren cuenta.

­A la míaquede el escogerlos ­respondió Preciosa.

Y con esto, sefueron la calle adelante, y desde una reja llamaron unos caballeros a lasgitanas. Asomóse Preciosa a la reja, que era baja, y vio en una sala muy bienaderezada y muy fresca muchos caballeros que, unos paseándose y otros jugando adiversos juegos, se entretenían.

­¿Quiérenmedar barato, cenores? ­dijo Preciosa (que, como gitana, hablaba ceceoso, y estoes artificio en ellas, que no naturaleza).

A la voz dePreciosa y a su rostro, dejaron los que jugaban el juego y el paseo lospaseantes; y los unos y los otros acudieron a la reja por verla, que ya teníannoticia della, y dijeron:

­Entren,entren las gitanillas, que aquí les daremos barato.

­Caro seríaello ­respondió Preciosa­ si nos pellizcacen.

­No, a fede caballeros ­respondió uno­; bien puedes entrar, niña, segura, que nadie tetocará a la vira de tu zapato; no, por el hábito que traigo en el pecho.

Y púsose la manosobre uno de Calatrava.

­Si túquieres entrar, Preciosa ­dijo una de las tres gitanillas que iban con ella­,entra en hora buena; que yo no pienso entrar adonde hay tantos hombres.

­Mira,Cristina ­respondió Preciosa­: de lo que te has de guardar es de un hombre soloy a solas, y no de tantos juntos; porque antes el ser muchos quita el miedo yel recelo de ser ofendidas. Advierte, Cristinica, y está cierta de una cosa:que la mujer que se determina a ser honrada, entre un ejército de soldados lopuede ser. Verdad es que es bueno huir de las ocasiones, pero han de ser de lassecretas y no de las públicas.

­Entremos,Preciosa ­dijo Cristina­, que tú sabes más que un sabio.

Animólas lagitana vieja, y entraron; y apenas hubo entrado Preciosa, cuando el caballerodel hábito vio el papel que traía en el seno, y llegándose a ella se le tomó, ydijo Preciosa:

­¡Y no mele tome, señor, que es un romance que me acaban de dar ahora, que aún no le heleído!

­Y ¿sabestú leer, hija? ­dijo uno.

­Y escribir­respondió la vieja­; que a mi nieta hela criado yo como si fuera hija de unletrado.

Abrió elcaballero el papel y vio que venía dentro dél un escudo de oro, y dijo:

­En verdad,Preciosa, que trae esta carta el porte dentro; toma este escudo que en elromance viene.

­¡Basta!­dijo Preciosa­, que me ha tratado de pobre el poeta, pues cierto que es másmilagro darme a mí un poeta un escudo que yo recebirle; si con esta añadidurahan de venir sus romances, traslade todo el Romancero general y envíemelos unoa uno, que yo les tentaré el pulso, y si vinieren duros, seré yo blanda enrecebillos.

Admiradosquedaron los que oían a la gitanica, así de su discreción como del donaire conque hablaba.

­Lea, señor­dijo ella­, y lea alto; veremos si es tan discreto ese poeta como es liberal.

Y el caballeroleyó así:

­Gitanica,que de hermosa

te pueden darparabienes:

por lo que depiedra tienes

te llama el mundoPreciosa.

Desta verdad measegura

esto, como en tiverás;

que no se apartanjamás

la esquiveza y lahermosura.

Si como en valorsubido

vas creciendo enarrogancia,

no le arriendo laganancia

a la edad en quehas nacido;

que un basiliscose cría

en ti, que matemirando,

y un imperio que,aunque blando,

nos parezcatiranía.

Entre pobres yaduares,

¿cómo naciótal belleza?

O ¿cómo crió talpieza

el humildeManzanares?

Por esto seráfamoso

al par del Tajodorado

y por Preciosapreciado

más que el Gangescaudaloso.

Dices labuenaventura,

y dasla malacontino;

que no van por uncamino

tu intención y tuhermosura.

Porque en elpeligro fuerte

de mirarte ocontemplarte

tu intención va adesculparte,

y tu hermosura adar muerte.

Dicen que sonhechiceras

todas las de tunación,

pero tus hechizosson

de más fuerzas ymás veras;

pues por llevarlos despojos

de todos cuantoste ven,

haces, ¡oh niña!,que estén

tus hechizos entus ojos.

En sus fuerzas teadelantas,

pues bailando nosadmiras,

y nos matas sinos miras,

y nos encantas sicantas.

De cien mil modoshechizas:

hables, calles,cantes, mires;

o te acerques, oretires,

el fuego de amoratizas.

Sobre el másesento pecho

tienes mando yseñorío,

de lo que es testigo el mío,

de tu imperio satisfecho.

Preciosa joya de amor,

esto humildemente escribe

el que por ti muere y vive,

pobre, aunque humilde amador.

­En "pobre" acaba el último verso­dijo a esta sazón Preciosa­: ¡mala señal¡ Nunca los enamorados han de decirque son pobres, porque a los principios, a mi parecer, la pobreza es muyenemiga del amor.

­¿Quién te enseña eso, rapaza? ­dijo uno.

­¿Quién me lo ha de enseñar? ­respondióPreciosa­. ¿No tengo yo mi alma en mi cuerpo? ¿No tengo ya quince años? Y nosoy manca, ni renca, ni estropeada del entendimiento. Los ingenios de las gitanasvan por otro norte que los de las demás gentes: siempre se adelantan a susaños; no hay gitano necio, ni gitana lerda; que, como el sustentar su vidaconsiste en ser agudos, astutos y embusteros, despabilan el ingenio a cadapaso, y no dejan que críe moho en ninguna manera. ¿Veen estas muchachas, miscompañeras, que están callando y parecen bobas? Pues éntrenles el dedo en laboca y tiéntenlas las cordales, y verán lo que verán. No hay muchacha de doceque no sepa lo que de veinte y cinco, porque tienen por maestros y preceptoresal diablo y al uso, que les enseña en una hora lo que habían de aprender en unaño.

Con esto que la gitanilla decía, teníasuspensos a los oyentes, y los que jugaban le dieron barato, y aun los que nojugaban. Cogió la hucha de la vieja treinta reales, y más rica y más alegre queuna Pascua de Flores, antecogió sus corderas y fuese en casa del señorteniente, quedando que otro día volvería con su manada a dar contento aquellostan liberales señores.


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