Episodio 63 – A dónde fueres, haz lo que vieres
— La única regla del Pancracio era que no se podía meter dedos en los ojos del oponente — todo lo demás estaba permitido.
Roma. Amo y señor de casi toda Italia. Los Juegos Capitolinos. La muerte de Pirro en Argos.
Transcripción Parcial del Episodio
Hola, les habla Abel, desde Pekín, China. Bienvenidos a mi podcast.
El Cuento de Roma, Episodio 63 — A dónde fueres, haz lo que vieres.
Después de la lucha, el joven Publio Lucio — el mayor de todos los nietos de Publio Emilio Eugenio, volvió a casa tarde.
Los huesos le dolían como si él hubiese estado en la lucha, y Publio abrió el portón con cuidado, tratando de no despertar a su padre.
Pasó por el patio central de la casa, y se fue derechito a la habitación de su abuelo.
Abuelo Publio estaba recostado en la cama, pero despierto. Su silla de ruedas estaba al lado de la cama, y una pequeña lampara de aceite iluminaba la habitación.
— “Abuelo,” exclamó el joven.
El viejo sonreía, y le señaló al joven de no hacer ruido, con un dedo cruzando los labios.
— “No despiertes a tu padre!”
Publio Lucio sonrió tambien. Entre abuelo y nieto, eran como cómplices en las desventuras del joven. Y como patriarca de la familia, el viejo muchas veces apoyaba y defendía las travesuras de su nieto.
— “Cómo te fue con los juegos?” preguntó el viejo.
— “Bien,” respondió el joven, en voz baja. “Un espectáculo! Tal como lo dijo, abuelo. Por Júpiter! El mamertino le ganó al sabino. Le rompió huesos, como si fuesen ramas secas.”
Y mientras el nieto le contaba los eventos del día a su abuelo que ya no podía caminar, el padre del joven apareció por el marco dela puerta.
— “Otra vez tarde? Y otra vez, despertando a tu abuelo?”
[…]
Mientras Pirro combatía, fue ligeramente herido en el pecho por una jabalina y, al girar para ver quién lo había atacado, la madre de ese soldado, lo vió desde la terraza de una casa.
Esa viejita, viendo a su hijo en peligro, arrojó una teja desde su casa.
Como por obra de una maldición, esa teja le dió en la cabeza a Pirro, y lo hizo perder su equilibrio. Pirro cayó de su caballo aturdido.
Ni diez segundos mas tarde, fue reconocido por uno de los soldados de Antígono, llamado Zópiro. Este Zópiro lo mató en el acto, con un solo golpe de su espada.
Pirro — Decapitado.
Su cabeza fue enviada a Alciones. Las tropas de Pirro se rindieron de inmediato.
Alciones llevó la cabeza de Pirro — como un sangriento trofeo, por toda la ciudad. Luego, llevó la cabeza a su padre, Antígono.
Antígono — disgustado, ordenó que fuesen a encontrar su cuerpo, y que enterraran el cuerpo y la cabeza, juntos, en una muestra final de respeto.
[…]
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